En una clase de biología, el profesor hablaba sobre los altos niveles de fructosa hallados en el semen. Una joven novata levantó la mano y preguntó:
"Si le he entendido, ¿está usted diciendo que hay un montón de fructosa, como el azúcar, en el semen masculino?"
"Es correcto", respondió el catedrático, y siguió añadiendo información estadística al respecto. Levantando la mano de nuevo, la chica cuestionó:
"Entonces, ¿por qué no sabe dulce?"
Tras un silencio incómodo, la clase por completo estalló en risas. La cara de la pobre chica se volvió rojo brillante cuando se dio verdadera cuenta de lo que había dicho inadvertidamente (o más bien implicado); cogió sus libros sin decir una palabra y salió de la clase... para nunca más volver. Sin embargo, mientras cruzaba la puerta, la respuesta del catedrático fue de antología. Éste, totalmente serio, respondió a su duda:
"No sabe dulce porque las papilas gustativas para el sabor dulce están en la punta de tu lengua y no en el fondo de tu garganta".