Verano, ya hace varios años. Quizá 2001 o 2002. Mucho sol y calor. Los contornos de las casas con el cielo son de una nitidez extrema. Ciudad mediterránea donde todo parece diferente.
Nunca te he visto aunque hemos hablado muchas veces. Soy muy joven. Los dos lo somos. No hemos llegado ni siquiera a los 30. Nadie sabe cómo nos hemos conocido. Los chats de móvil están sólo empezando. Nadie puede intuir lo que pasará pocos años después. De momento, es una vergüenza conocerte así. Nadie lo sabrá nunca.
El sitio donde vamos a vernos es fácil de encontrar. La plaza de toros es extraña, está como encajonada. En el parque ante ella hay muchos chorros de agua. Un amigo me advirtió que no fuera. En los chats sólo hay gordas frustradas, no funcionará. Estoy muy nervioso, nunca he hecho algo así. Aún no trabajo. Sólo estudio. Conozco a poca gente, soy muy distinto de como seré después. Tengo poca experiencia vital, vivo entre libros. Veo pasar a gente muy extraña y cruzo los dedos para que no seas tú. No estoy acostumbrado a tanto calor. No sé qué hacer con las manos. Ya he dejado de fumar hace pocos años, no puedo disimular con un cigarrillo.
De repente, llegas. Todo es muy rápido. Tu sonrisa me desarma. Eres muy hermosa. Vistes pantalones ajustados y una camiseta de colores indefinidos que jamás olvidaré. Recuerdo todas las conversaciones eróticas telefónicas que hemos tenido en los últimos meses. Pienso en tus descripciones detalladas de lo que me ibas a hacer y en las mías. Me parece mentira que seas como había imaginado.
Me coges de la mano y nos vamos a tomar una caña. La conversación fluye como si nos conociéramos de toda la vida. Es fácil hablar contigo. La complicidad es enorme. Nos acariciamos por debajo de la mesa. Nunca he hecho algo así y mi erección es descomunal. Por momentos creo que voy a eyacular sin ni siquiera tocarme. Sé que te estoy gustando. Aún no tengo una gran autoestima ni tengo mucha experiencia tratando con la gente. Pero sé que te estoy gustando. Noto cómo tus pezones se ponen duros cuando mi mano te acaricia por debajo de la mesa. Hablamos de las conversaciones telefónicas como quien habla del tiempo. Los dos somos elegantes. No hace falta decir nada, todo está muy claro.
Es el cumpleaños de tu hermana y tienes que irte. Pero aún estaré unos 4 días más en la ciudad mediterránea. Me dices que la próxima vez no me escaparé y te vas con tanta rapidez como apareciste. Vuelvo a casa de mis amigos mediterráneos como en un sueño. Nunca me he sentido tan excitado. Cuando llego, no hay nadie. No puedo evitar ir al baño y desahogarme yo solo. Es uno de los mayores orgasmos de mi vida. Sólo me he imaginado contigo en el bar hace media hora y la explosión ha sido bestial. Incluso dolorosa. Ha sido una suerte que no hubiera nadie en casa. Imposible contener mi grito de placer/dolor.
Oigo el SMS antes de salir del baño y corro ilusionado a leerlo. Eres tú, pero el mensaje no es el esperado: "Lo siento, pero no puedo volver a verte. No vuelvas a llamarme nunca". No sé lo que ha pasado ni sé exactamente lo que siento. Pero estoy muy tranquilo. No consigo entenderlo pero sé que no estoy equivocado. Te mueres por verme y por echar conmigo el polvo de tu vida. Hasta entonces nunca he tenido éxito con las mujeres, pero sé que esta vez sí. Sé que has sentido lo mismo que yo y que tiemblas por estar conmigo.
Pasa el tiempo y vuelvo a casa a los pocos días. No volveremos a hablar durante varias semanas. Sólo sabré la verdad seis meses después: llevas la muerte dentro. Y, sí, tuve un éxito arrollador contigo. Y, sí, sólo eso me salvó sin yo saberlo. Has jugado limpio conmigo y me has salvado. Sólo entonces entiendo lo joven y lo estúpido que soy y el peligro que me espera fuera. Maldita sea. ¿Por qué habré tenido que preguntar? Pero nunca te olvidaré. Ni a ti ni a la lección que me diste.
Con cariño para Carolina B. Las pocas veces que te recuerdo, me gusta pensar que aún estás viva.