Mensajepor edipus » Dom Sep 01, 2013 00:06
Me llamo Borja, soy muy atrevido con el sexo y mantengo relaciones incestuosas con mi madre desde los 18 años.
Mi madre se llama Conchi y tiene 22 años más que yo. Es alta y esbelta, de piernas largas y cara agradable. Siempre se ha conservado bastante bien, aunque hace tiempo que han pasado sus buenos tiempos.
Yo siempre quise tirármela, pero la ocasión no se me presentó hasta la muerte de mi padre, poco después de cumplir yo los 17. Ella empezó a beber por las noches y me la tiré una noche que estaba un poco borracha. Al día siguiente, al darse cuenta de lo que habíamos hecho, se sintió avergonzada y se pasó llorando una semana, pero al final la convencí de que había sido fantástico y empezamos a mantener una relación fija incestuosa.
Cuando acabé derecho, que por entonces yo tenía 25 años y ella 47, ella me preguntó:
- ¿Qué quieres de premio por haber acabado derecho?
- Me gustaría que hicieras mi fantasía.
Mi fantasía era verla follada por tres negros y grabarlo en vídeo.
- Me da un poco de miedo.
- Vamos. Anímate. Quiero grabarte antes de que seas demasiado vieja.
- ¿Y dónde encontrarías a los tíos?
- Eso déjalo de mi cuenta.
Me acerqué al barrio chino y encontré tres negros con buena planta. Ellos, aunque sorprendidos por mi oferta, aceptaron encantados mi proposición de tirarse a “una vieja por diez mil pesetas”. Mamá nos esperaba en casa y, siguiendo mis instrucciones, se había puesto un vestido muy ceñido que marcaba su figura. Preparé la cámara de vídeo y decidimos filmar la escena en medio del salón. En el ambiente se respiraba eso que es difícil de explicar pero que excita tanto.
- Tú, mamá, quédate de pie en el centro, y vosotros empezad a meterla mano.
Uno de los negros se acercó a mamá y la sobó por la cintura, al tiempo que sus lenguas se entrelazaban. Otro se acercó y le magreó el trasero.
- Levantadle la falda - ordené, totalmente excitado.
Los dos negros se arrodillaron, le levantaron la falda y le bajaron las bragas. Mamá ya empezaba a jadear de excitación y se dejó hacer. El tercer negro, que hasta entonces no había hecho nada, se acercó y la besó en la boca. Estuvieron así un rato hasta que les dije que empezaran a follársela.
Uno de ellos se sentó en el sofá con la polla levantada. Mamá se quitó el vestido, se acercó a él y se metió la polla en el coño, para cabalgarle en movimientos lentos. Le dije que se diera la vuelta para grabarla por delante. De esa forma, al tiempo que se lo follaba, otro de los negros se la metería en la boca. Ella comenzó a chupar la polla del otro mientras se la follaban a conciencia y le pellizcaban las tetas. Tardó poco tiempo en soltar lo que chupaba y comenzó a decir entre gemidos que se corría. El negro que se la estaba follando también parecía a punto de correrse.
- No os corráis dentro - ordené -. Correos en su cara.
El negro sacó la polla del coño, se levantó y se masturbó sobre la cara de mamá. Los otros dos negros también tuvieron su turno y se la follaron uno detrás de otro, hasta correrse en la cara y en las tetas.
Tenía ganas de acabar la cinta y quedamos para el día siguiente.
Esa noche mamá y yo echamos un polvo, y al acabar la dije:
- Me gustaría grabar cómo te meten el puño en el coño y en el culo. ¿Te atreves?
Mamá dudó un poco pero al final accedió.
- Vale.
Me extrañó que no pusiese ninguna objeción. Parecía que le gustaba la idea. Pero ese día habría sexo duro, del que se recuerda y no se olvida.
Al día siguiente, le dije a mamá que se pusiera lo que yo llamo la ropa de viuda. Es un conjunto de chaqueta y falda corta de color negro y blusa blanca, con zapatos de tacón alto. Ella, además, fue a la peluquería a peinarse y pidió que la maquillara el estilista. Estaba impresionante.
Los negros volvieron al día siguiente a la hora convenida, y en sus caras se podía ver que tenían ganas de follar. Yo preparé la cámara y les di las instrucciones del polvo tal como lo quería. Los tres la rodearon y ella, de rodillas, comenzó a tragarse sus pollas, mientras lentamente se despojaba de su chaqueta. Los sementales ya la tenían dura cuando ella se desabrochó la blusa y la dejó caer a su espalda.
- Mamá, quítate la falda.
Mamá se levantó y dejó caer la falda a sus pies con una sonrisa. A continuación se dio la vuelta delante de la cámara y, de espaldas a ésta, se dobló sobre sí misma para darme un primer plano de su culo.
- Quítate las bragas y el sujetador, pero quédate con las medias y los zapatos.
Mamá obedeció y se quedó sólo con las medias de encaje y los zapatos negros de tacón alto.
- Empezad a follarla - dije a los negros.
Mamá se tumbó boca arriba sobre el suelo y se abrió de piernas. Uno de los negros empezó a chuparle el coño, otro a morderle las tetas y otro a besarla.
- Uno de vosotros, que me folle - pidió mamá.
- Sí - accedí -. Pero al estilo perro.
Mamá se puso a gatas, lista para la acometida. Uno de los negros se la metió poco a poco en el coño, otro en la boca y el tercero se quedó mirando a la expectativa. El negro que la follaba se movió cada vez más fuerte, haciendo que mi madre se metiera en la boca cada vez más polla del otro. Yo me moría de gusto al ver aquello. Mamá empalada por dos negros delante de mi cámara. Yo estaba tan excitado que tuve que reunir toda mi fuerza de voluntad para no dejar la cámara en el suelo y unirme al grupo.
- Me corro, me corro - dijo mamá entre mamada y mamada. A continuación dio un grito de placer y en medio del orgasmo dijo -: Seguid. No paréis.
- Fólladla por el culo y el coño a la vez.
Uno de los negros se tumbó boca arriba. Mamá le masturbó para ponérsela dura y se empaló de golpe en su polla. El otro negro separó a mamá las nalgas, las humedeció ligeramente y empezó a metérsela en el culo con prudentes empujones. Ella empezó a moverse adelante y atrás, frotando su pubis contra el del negro, gimiendo de dolor y gusto. Los dos negros se hundieron en ella hasta la raíz y ella se corrió de gusto mientras el tercero se la metía en la boca.
- Qué gozada, Borja - dijo ella entre gemidos.
Antes de que se corriesen, ordené a los negros que parasen y le dije a uno que le abriese el coño a mamá con las manos. Quería un primer plano del coño. El negro se colocó sobre mi madre en la posición del 69 y con los dedos abrió los labios del coño.
- Venga, hombre, con decisión, que se le vea bien el fondo.
El negro hizo más fuerza y dilató la abertura del coño al máximo. Ella soltó un sollozo de dolor, pero no me pidió que parásemos. Los otros no perdían ojo mientras sonreían.
- Ahora por el culo.
El negro dio la vuelta a mamá y abrió el agujero de su culo con los dedos todo lo posible. Mamá dio un pequeño grito, a medio camino entre el orgasmo y el dolor.
- Métele la mano en el coño.
El negro se lubricó la mano izquierda con vaselina y la metió lentamente en el coño de mi madre con relativa facilidad. Ella jadeaba de gusto y empezó a tener una serie ininterrumpida de orgasmos. Uno de los negros levantó las piernas de mamá y el negro que tenía la mano izquierda metida en el coño introdujo despacio la derecha en el culo. Ella no paraba de correrse y de moverse adelante y atrás. Los otros dos negros también quisieron penetrarla con los puños en coño y culo, y se los metieron cada vez más adentro. Yo le di la cámara a uno de los negros para que me filmara durante mi turno, y metí mis puños hasta la muñeca. ¡Mi madre follada por dos puños en coño y culo! Su coño y su culo estaban tan dilatados que hubieran entrado dos pollas a la vez en cada orificio sin ningún problema. Si me lo cuentan, no me lo creo.
- Correos en su cara, chicos.
Mamá, agotada tras este tratamiento brutal, se quedó derrengada boca arriba. Los negros se masturbaron sobre su cara y se corrieron encima. Mamá se relamía de gusto a medida que el semen inundaba su cara y se deslizaba por su boca. Yo no pude resistir más y me la follé también, mientras uno de los negros nos filmaba. Cuando alcancé el orgasmo, saqué la polla y me corrí sobre su cara, dejando que ella limpiara mi polla con su lengua.
Los negros aún se sentían con fuerzas, de modo que les dejé tirarse a mamá a su gusto. La siguiente hora hicieron de ella lo que quisieron. Se la follaron en todas las posturas, se corrieron dentro e incluso se dieron el gustazo de mearse encima. Al final yo también me meé en su cara.
Yo jamás había visto así a mamá. Estaba exhausta en el suelo, tumbada boca arriba, abierta de piernas, cubierta de semen y orina por todas partes.
Aquella noche, mamá y yo vimos juntos las cuatro horas largas de grabación. Mamá no podía creer que la mujer del vídeo fuese ella, y la verdad es que a mí también me costaba un poco creerlo. Las mamadas, las folladas, las triples penetraciones, la meada final. Mi madre estaba fabulosa, como si fuera una reina del porno. Me sentí orgulloso de ella.
- No sabía que eras tan cachonda, mamá.
- Eres un pervertido, Borja - dijo ella riéndose.
Nos dimos un largo beso con lengua. Noté que volvía a tener dura mi polla y me abrí el pantalón, para que mamá me hiciese una de sus estupendas mamadas.
- Me gustaría repetirlo el año que viene, mamá - le dije mientras me la chupaba.
- Ya veremos. Según como te portes.
¡Vaya gozada!
FIN