Mi esclava, vuestra Diosa (2)

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fendetestas
Sin Conejitos
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Mi esclava, vuestra Diosa (2)

Mensajepor fendetestas » Lun May 27, 2013 21:56

Mi esclava estaba encadenada en forma de X, mis invitados mirándola hipnotizados, masturbándose.

-Tu, ponte de rodillas y cómele el coño. Tú, de rodillas por detrás, hazle un beso negro.
Digo, señalando a B y C. Se sitúan debajo de ella y empiezan a chuparle. Ella empieza a gemir. Mueve cadenciosamente sus caderas de adelante hacia atrás, de la lengua del señor B, a la lengua del señor C, que hacen que se moje irremediablemente. Yo me sitúo detrás de ella. Cojo un látigo de tiras de cuero. Cuando sus gemidos empiezan a hacerse más rápidos y guturales, empiezo a darle latigazos en la espalda y en las nalgas. Pura estrategia Pavloviana: quiero que su mente aprenda a identificar dolor y placer, para que llegue un momento, primero, que le guste que le dé latigazos mientras recibe placer y, segundo y finalmente, que el mero hecho de recibir latigazos LE DE PLACER. Es muy simple y….efectivo….
Cuando veo que sus gemidos son ya excesivos les ordeno
-Parad y retiraos.
Su boca se abre, decepcionada, necesita coger aire. Jadea.
Había dicho que una tercera cadena, más larga, cuelga del techo. Está justo encima de su cabeza. Esta cadena tiene más de cuatro metros de larga. La cojo y, desde detrás, por la espalda se la paso entre las nalgas y entre las piernas. Hacia su sexo. Separo con los dedos los labios de su vulva y le encajo la cadena. He acercado un banco. Me subo. Sin soltar la cadena, engancho una pequeña polea a la argoya a la que esta está enganchada. Paso la cadena por la polea que ahora se dirige hacia abajo. Tiro de la cadena que se hinca en perineo y en el coño de mi esclava. Lanza un grito ahogado de dolor. Aflojo un poco. Quiero que le duela pero no que el dolor sea insoportable. Ahora tiene la tensión exacta. Engancho el extremo de la cadena mediante otro mosquetón a otra argolla de la pared. La visión es sencillamente increíble: Mi esclava está totalmente abierta, estirada, formando una gran X y una cadena le baja por la espalda, se le clava en el coño, le pasa entre las tetas perforadas con aros, sube al techo, pasa por la polea, baja y se amarra al muro….
-Quiero que hagas una cosa perra
-Dime amo
-quiero que te restriegues contra esa cadena que se te clava en el coño hasta que te corras.
Tus manos que hasta ahora colgaban inertes de las cadenas que las sostienen, las agarran como buscando un punto de apoyo que te sirva para moverte a tu gusto en torno al gran eje que te tiene atrapada ese cadena que ya no está fría porque tu coño la ha calentado….y así, aferrada a las cadenas, empiezas a mover tus caderas hacia delante y hacia atrás, permitiendo que la cadena haga un pequeño deslizamiento sobre tu sexo o más bien es tu sexo el que se desliza sobre la cadena gracias a la lubricación que tu lubricidad genera…..y notas como el clítoris está duro de nuevo, aprisionado por un eslabón, tus pezones perforados también duros, deseando ser mordidos….
Y empiezas a gemir otra vez y yo me pongo detrás y cuando creo que ha llegado el momento adecuado te doy latigazos, al principio suaves, luego fuertes tanto más fuertes como tanto más gimes y más rápido mueves tus caderas adelante y atrás, restregándose contra la cadena y cada vez que te doy un latigazo das un pequeño espasmo que hace que aún te claves más la cadena en el coño.
-Muévete Perra, restriégate contra esa cadena.
Ordeno.
Y nuestros invitados no dan crédito a lo que están viendo y no dejan de sacudir sus hinchadas (y ya casi moradas) pollas. Y tú no puedes apartar la vista de esas tres pollas enormes que están siendo sacudidas en tu honor y te restriegas con más violencia contra la cadena mientras yo no paro de darte latigazos…..Y de repente un sonido gutural empieza a salir de tu garganta un grito que nace de lo más profundo de tu garganta, empiezas a correrte como una supernova que estallase en el universo de tu sistema nervioso y en ese momento yo TE DOY LATIGAZOS CON TODAS MIS FUERZAS con lo cual tú gritas aún más alto y ya nadie, ni tú, ni yo, ni nuestros invitados, sabemos si gritas de placer o de dolor…..y la verdad, la pura verdad, es que en estos momentos, para ti, son exactamente lo mismo.

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