Mensajepor Natasha » Mié Feb 04, 2009 16:59
Vino por mí a las 14.00hrs. Mi corazón andaba desbocado mientras bajaba las escaleras. Mi chochete batía palmas. Cuando llegué abajo, le vi dentro del coche. Esperándome, como siempre, con ansia en su mirada. Desde que nos habíamos hecho amantes (que linda palabra…), estábamos muy encoñados el uno con el otro. Tanto que nos veíamos varias veces al día. Tanto que ambos dejábamos nuestros deberes aparcados para darle vida a nuestra pasión.
No pude evitar que un ramalazo de deseo animal nublara mi mente. Subí al coche con toda la discreción y tranquilidad de la que fui capaz. Nos sonreímos. Un simple: Hola, ¿qué tal? y una mirada preñada de intenciones ocultas. En el primer semáforo que paramos alejados de territorio comanche, me dió el tan esperado beso. Me besaba muy bien. Su lengua no dejaba ningún rincón de mi boca por descubrir. Su labio inferior era/es, todo un homenaje al pecado.
¿Vamos de compras, chochete?Vamos donde tú quieras, corazón, le respondí.
El camino al Centro Comercial fué todo besos, caricias, apretones, achuchones, palabras lindas, palabrejas… Aparcamos el coche. Cuando bajamos y mientras mirábamos a nuestro alrededor (una costumbre de los amantes ilegales), descubrimos una pareja en la misma circunstancia que nosotros. Solo que ella dejó aparcado su coche y marcharon ambos en el auto de él. Mi amante y yo nos sonreímos. Excitados, ansiosos y contentos por estar juntos, un día más. Entramos en una tienda. Paseando entre las estanterías de ropa. Disimulando nuestro deseo.Riéndonos.Él cogió un pantalón marrón y yo una falda vaquera y unos jeans.
Sólo tres prendas por probador, dijo la dependienta. Ok, no te preocupes…
El probador era pequeño y estrecho. Olía a sudor. No tenía techo. Había un espejo, una pequeña banqueta en la que él se sentó a observar mientras yo me probaba la falda y el pantalón. Ambas prendas me quedaban bien y decidí quedármelas.
Vamos a celebrar tu compra, me dijo picaruelo.
Nos besamos. Sus manos en mi espalda. Y las mías en sus nalgas. De repente, su boca en mi cuello. Yo solo llevaba una camiseta y el tanga negro. Mi mano bajó y comencé a apretarle la puntita (tan linda), de la polla, la cual comenzó a palpitar a través de la tela de sus pantalones. Me excitaba sobre manera vernos en el espejo. Me quitó el tanga. Me tocaba el coño que era una puta delicia. Tan placenteros sus dedos en mi interior. Ni siquiera pensábamos que llevábamos demasiado tiempo dentro del probador. Que podían haber cámaras… Sólo nos importábamos el uno y el otro. Nuestro mutuo y propio placer. Tenía tanto morbo la situación.
Me levanto la camiseta y después de bajarme el sujetador (negro, a juego con el tanga), se metió una de mis tetitas en la boca. Mordiendo el pezón. Chupándolo. Poniéndolo duro y tieso como estaba su polla. Se sentó en la banqueta.
Estoy mayor, chochete, me dijo. (Me volvía loca que se inventara nombres para mí… Que me llamase chochete, putita, mi chica.Hasta,incluso,el diminutivo cariñoso que yo utilizaba para él, en femenino).
Se bajó los pantalones (santo dios, no llevaba dustin. Quiero decir slips. Dustin era algo entre nosotros dos. Nunca dejaba de sorprenderme). Su polla apuntaba al techo. Dura, caliente, roja. Lista para penetrarme. Me agarró delicadamente de la cintura y me sentó sobre él. Su dedo en sus labios, exigiendo silencio. Me gustaba mirarlo cuando follábamos. Sus ojos decían tantas cosas. Su verga entró en mí. Tan familiar y tan gozosamente, como siempre. Me terminó de quitar la camiseta. Se metió mi teta derecha en la boca y con sus dedos largos y fríos (siempre tenía las manos frías, cosa que a mí me encantaba), me retorció el pezón izquierdo.
Yo comencé a dar saltitos sobre él. El ritmo subía igual que nuestro placer. Bufffffffff, que situación tan morbosa. Oíamos a la gente entrar en otros probadores, ir y venir… Me agarró de las caderas para marcar el ritmo.
Pero yo no le dejé. Normalmente, me gusta llevar la batuta e imponer mi cadencia. Pero reconozco que hay veces que dejarse llevar por el otro es muy placentero. Pero no era el momento. Mandaba yo. Seguí saltando sobre él. Acariciándole el cabello (apenas blanqueado en las sienes, un poco rizado y muy suave), mordiéndole la boca. Metiéndole los dedos entre sus labios, buscando sus dientes.
Su polla se hinchó y mi orgasmo apareció. Soy un poco escandalosa y él lo sabe (sabe tanto de mí, de mi cuerpo, de mi piel…). Me tapó la boca con la palma de su mano mientras yo me corría.¡Que gusto, dios!Me estiré y tensé tanto sobre él que pensé que iba a romperme. Me quedé un poco sobre él. Cuando salí, su semen resbalaba por mis muslos. Saqué un pañuelito húmedo de mi bolso (mujer precavida vale por dos), y me limpié. Mientras él sonreía y con los ojos me decía que quería más.Su pene seguía duro.Durísimo.
¿Una chupadita?…Muñequita mía.
Me apetecía muchísimo meterme aquel trozo de gloria en la boca y así lo hice. El seguía sentado y yo me arrodillé frente a él y le abrí las piernas. Me metí toda su polla en la boca. Dándole pequeños lametones por el capullo. Bajando con la punta de la lengua hasta la base. Y una vez allí, rodeándola. Dándole mordisquistos leves. Succionándole los huevitos. Y otra vez, hacia arriba. A concentrarme en el capullo rosa. Levanté la mirada. A la mayoría de tíos, les pone muy cachondos que los mires desde abajo cuando les estás comiendo la polla con esa cara de zorra.
El suspiraba y cerraba los ojos. Como me gustaba chupársela. Ver esa cara de delirio, de placer sin más. Estaba tan calentita. Yo ronroneaba como una gata satisfecha. Me la meti toda en la boca. Poquito a poco. Hummmmmm, que rica. Riquísima. Comenzó a jadear mas fuerte. A estirarme del pelo. A moverse casi imperceptiblemente. A morderse los labios. A empujar mi cabeza con sus manos. A intentar no chillar. A contener su propio orgasmo. Mi lengua la recorrió una vez más de arriba a abajo, y me la metí toda en la boca de nuevo. Moviendo mi cabeza como si estuviese loca. Su semen inundó mi garganta. Caliente. Espeso. Dulce. Todavía copioso (ya sabeís, la edad lo vuelve leve). Fuerte. Cerré los ojos y con mis labios le apreté la polla más fuerte todavía. Me encantaba sentir su esencia en mi boca. Su sabor. Su olor…
Cuando noté que había terminado de correrse, me la saqué de la boca. No sin antes asegurarme que ni una gota de ese preciado y amado líquido se iba a escapar de entre mis carnosos labios. Besé su polla y miré a mi amante. Él había apoyado la cabeza sobre la pared del probador y me miraba con ardor. Le dí un beso también a él. Dejándole probar su propio sabor. Gotas de su masculinidad, destiladas por mi boca.
¿Debería probarme el pantalón, no?
Salimos del probador con cara de clientes satisfechos. La dependienta y el de seguridad nos miraron con extrañeza. No pude aguantar la risa… Andando rápidamente me dirigí a la caja para pagar mi compra. Él hizo lo mismo. Nos fuimos a comer un bocadillo. El día parecía tener más luz. Y ahora… era la puta hora de volver a trabajar. Joder, joder, joder, joder… El coche de la mujer que vimos marcharse, seguía allí. Me embargó una gran envidia. Poder disfrutar una tarde entera de mi amante. Sin teléfonos, sin prisas, sin movidas…
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Natasha el Mié Feb 04, 2009 19:27, editado 1 vez en total.
El sexo es una de las cosas más bonitas,naturales y gratificantes que el dinero puede comprar.✍